Egipto, donde la muerte ocupaba un lugar central dentro de su sistema creencias .
El cuerpo muerto, inerte, era la frontera entre el mundo de los vivos y el de los muertos, y, también, era uno de los vehículos con el que se debía cruzar el mágico umbral.
La muerte para los egipcios no tenía el mismo significado que para el resto del mundo, ellos no creían que hubiese algo más importante que poder alcanzar la vida eterna y hacían todo lo que estaba en sus manos para poder conseguirlo.
Despues de la muerte el proceso que había que pasar se representaba con el acceso a las siete puertas del inframundo y así llegar a su juicio final.
Los reyes, además de llevar objetos de valor tanto sentimental como material, también eran enterrados con otras personas, muy posiblemente sus sirvientes
las personas que no pertenecían a la realeza, el ritual mesopotámico era menos rico que el de los egipcios. En este caso los difuntos simplemente eran enterrados en pozos cavados en el suelo.
se optaba por incinerar el cadáver, en otras simplemente se inhumaba.
El término funus definía el período dedicado a las honras fúnebres por el difunto, que comprendía desde el momento del fallecimiento hasta los últimos honores posteriores a su enterramiento.
A los patricios les correspondía la ceremonia funus translaticum, mientras que a los nobles que habían contribuido al bien del estado gozaban del funeral funus publicum, que el tesoro público se encargaba de financiar.
La muerte era considerada como la separación del alma con respecto del cuerpo y el tránsito hacia una vida mejor, morir en el mundo terrenal para renacer en el mundo celestial.
En el estudio de las actitudes ante la muerte tiene vital importancia la combinación de los aspectos más puramente espirituales y las prácticas que se realizaron con los muertos. Ni el espiritualismo ni las prácticas van por si solas, ambos aspectos se relacionan recíprocamente y hay que comprenderlos como un conjunto sociocultural.
quienes consideran que la muerte llega en contra de su voluntad y creen que el cuerpo mortal muere, pero que de alguna forma permanece con ellos. Esta actitud genera miedo ante los muertos.
cuando una persona moría, era práctica común que los familiares y amigos más directos del fallecido, iniciaran el tratamiento para preparar el cadáver. Según las posibilidades con las que se contaba, el cuerpo sin vida era lavado concienzudamente con agua o vino, siendo además algo común cerrar los ojos del cadáver, tapar sus fosas nasales y atar con un cordel o rosario los dedos gordos de pies y manos. Dado el miedo que se tenía a las ánimas en pena, la creencia pagana de que, realizando estas acciones, se imposibilitaría el regreso del alma del fallecido a su cuerpo terrenal fue tomando fuerza paulatinamente.
En la Edad Moderna, la muerte es concebida como un castigo de Dios por el Pecado Original de desobediencia en el Paraiso; pecado en el que, recordemos, tiene gran protagonismo la mujer que convence al hombre, en principio bueno y reticente, a comer el Fruto Prohibido del árbol. La Biblia explica que como castigo los hombres recibieron el trabajo, el sufrimiento y la muerte
Se acepta que el momento más importante en la vida de una persona es el momento justo de su muerte porque es en ese instante en el que se decide si su alma irá al Cielo o al Infierno para toda la eternidad.
Existe una auténtica obsesión por cumplir el proceso de la “buena muerte” para poder acceder al Cielo. Para morir bien hay que seguir una serie de pasos y es ante todo necesaria la presencia de un sacerdote que ofrezca la extremaunción al enfermo