La muerte para los egipcios no tenía el mismo significado que para el resto del mundo, ellos no creían que hubiese algo más importante que poder alcanzar la vida eterna y hacían todo lo que estaba en sus manos para poder conseguirlo.
En el antiguo Egipto los hechizos, rituales, construcciones de tumbas magnánimas y procesos para embalsamar a los muertos eran solicitados por todos los ciudadanos pudientes que anhelaban llegar al reino de Osiris. Las personas que mayor poder económico tenían, no escatimaban en gastos para asegurarse un pasaje a la vida eterna
Para las personas que no pertenecían a la realeza, el ritual mesopotámico era menos rico que el de los egipcios. En este caso los difuntos simplemente eran enterrados en pozos cavados en el suelo
Las ofrendas fúnebres consistían en vasijas que acompañaban a los fallecidos en su viaje hacia el otro mundo, otros elementos como el fuego, la tierra, el aire y el éter completaban los símbolos ceremoniales de este ritual para desear una adiós en paz y un buen tránsito del alma de la persona fallecida al más allá.
La muerte en el mundo prehispánico era una realidad con la que se convivía; en su pensamiento no existía ruptura entre los extremos vida-muerte. Las sociedades de entonces integraron la muerte en su ciclo cosmogónico como una circunstancia más del devenir: al morir se renace; ésta era la idea básica y de ella se desprendió la concepción de permanencia y dualidad.
Los antiguos mayas creían que, después de la muerte, el alma emprendía un camino al Xibalbá, o Inframundo, donde debía atravesar un río ayudado de un perro (el xoloitzcuintle). Si llevaban una pieza de jade las cosas en el otro mundo les serían más fáciles. El peregrinaje terminaba cuando el alma llegaba al sur (el inframundo en la cultura maya se relaciona con el sur y el color amarillo). Sin embargo, hay un paraíso en el cielo donde las almas afortunadas de los guerreros muertos en combate, que según ellos morían de forma sagrada (muerte sagrada), acompañan al Sol. En el inframundo habitaba el dios de la muerte y las enfermedades Ah Puch.
Es llamada la cultura madre ya que es reconocida por ser la primera gran cultura asentada en Mesoamérica entre el los años 1200 aC. y el 200 dC. Su religión destaca por la complejidad de sus rituales y ceremonias, muchas de las cuales no han sido sino parcialmente entendidos en nuestros días, siendo especulación la mayoría de lo que sabemos. Fue politeísta y la primera cultura en el área en crear mitología y ritos alrededor de la los difuntos. Esto se demuestra en las principales zonas arqueológicas de la cultura olmeca como son La Venta, San Lorenzo y Laguna de los cerros, donde se han encontrado restos funerarios. Los entierros diferían según la casta, las personas humildes eran sepultadas directamente en la tierra, muchas veces con sus perros (sacrificados) como única compañía y algunas piedras simbólicas.
La muerte en la antigua Grecia no se limita a despedir la desaparición física de nuestro cuerpo y a honrar posteriormente su memoria. Más allá del funeral, los antiguos griegos celebraban todo un conjunto de rituales íntimamente ligados a uno de los aspectos más universales, ricos y misteriosos de su cultura: la mitología.
La muerte era considerada como la separación del alma con respecto del cuerpo y el tránsito hacia una vida mejor, morir en el mundo terrenal para renacer en el mundo celestial. Sin embargo, pese a que esta visión “pura” (creada por la Iglesia) se mantuvo durante toda la Edad Media, en S.XIV se tendió hacia una más oscura y tétrica. Causada, por la consecución de trágicos acontecimientos, como: las fuertes hambrunas de 1316, la Guerra de los 100 años y sobre todo en 1348 la gran epidemia de la Peste Negra. A su vez, estos hechos provocaron un fuerte impacto en el hombre del Medievo, que empezó a desarrollar una visión y actitud profana de la muerte, frente a la visión oficial de la Iglesia que primó durante el S.XIII.
El muerto era trasladado desde la aldea al cementerio en cortejo, colocado sobre unas parihuelas ycubierto con un paño sus ojos, transportado a la altura de las rodillas. Una vez enterrado losfamiliares acudían regularmente a la tumba para celebrar banquetes funerarios
En la concepción cristiana la muerte se considera el instante en el que se separan cuerpo y alma. Según esta concepción, el buen cristiano debe estar preparado en cualquier instante para este momento y las voluntades de los mortales se recogían en los testamentos.
Tanto entre los Aztecas, como en el resto de las culturas prehispánicas, la muerte era abrazada con respeto y sin temor. Los hombres y mujeres tenían destinados un lugar específico al momento de su fallecimiento. Por ejemplo, se tenía la creencia que los guerreros muertos en combate o en sacrificio eran elegidos para acompañar al sol desde su nacimiento por el oriente, hasta el mediodía, y las mujeres muertas en parto – quienes eran consideradas como guerreras por la lucha que tuvieron que sostener al dar a luz – eran elegidas para acompañar al Sol desde el mediodía hasta el atardecer.